Finiquitado El Gorguel por el Estado, se subleva el Cantón de los logreros (y 2 de 2)

 Por Pedro Costa Morata

Una vez apeado Viudes del castillo de popa de la APC, al haber sido liquidado por aquel sucesor de Valcárcel, el -átono, insulso, gris y olvidado- Garre, Viudes se dedicó a lanzar improperios sobre todos los que consideró culpables de su descabezamiento, abandonando rápidamente su amado PP y dejando bien claro que su ideología tenía que quedar claramente relacionada con su lustre personal y su interés, que si no… Y lanzó continuas andanadas contra la perversa coalición que, primero, lo derribó de su galeón invencible, y segundo, se encargó de liquidar El Gorguel, su más estimable aportación a la Humanidad. Hoy, contestando en La Verdad al más entregado propagandista de los desafueros y agresiones -lo dejaré en ambientales- del poder pepero regional, el periodista Manuel Buitrago, nuestro personaje señala como culpables del fracaso del Gorguel, a más del puerto de Valencia, privilegiado según él por Madrid, “a los gobiernos de España, mientras que el ejecutivo regional y los socialistas murcianos tampoco se han interesado”, a despecho de la escandalera que tienen montada clamando al Estado por el dichoso proyecto. Pero él ha necesitado, para un más legendario mutis por el foro, que todos lo han abandonado: dramático espectáculo del héroe solitario a quien hubo momentos que todos le hacían la ola. (Pero recordará siempre que ecologistas como este cronista lo desafiamos desde el primer momento, se lo advertimos y le anunciamos que fracasaría.)

He aludido hace un momento a la tenacidad con que Manuel Buitrago lleva toda su vida profesional aireando, justificando y propalando proyectos antiecológicos, inviables o enloquecidos, desde un periódico, La Verdad, que lo explota obligándole a llenar páginas y páginas sobre esta historia de iniciativas que devienen en fracasos dejándolo una y otra vez con el culo al aire. Pobre. Solo recordar el papelón que ha hecho durante diez o doce años aireando la necesidad del AVE y comprobar en qué ha quedado la cosa, como obra integralmente nefasta, debiera producirle algún dolor de conciencia, pero no creo. Una región como esta, ha de dar periódicos y periodistas como estos: lo manda la sociología más clásica.

Nuestra prensa regional, institucional, dinástica y tal, es decir, siempre conservadora, o sea, La Verdad y La Opinión, ha reaccionado con diligencia al (anunciado) fracaso del Gorguel, respondiendo a los vínculos crematísticos e ideológicos que la unen con Viudes y la APC a través de los sustanciosos contratos de publicidad suscritos en su día. Primero ha sido La Verdad, faltaba más, con la pluma de Manuel Buitrago, quién mejor que él, que ha recogido en dos generosas páginas las razones y lamentos de Viudes tras el no ministerial, ciñéndose a su guion del resentimiento contra su (antes) amado PP y culpando, principalmente, a los manes del Estado el escamoteo de su (genial, salvador, providencial, etcétera) proyecto.

E inmediatamente lo ha seguido La Opinión, igualmente beneficiario de la generosidad publicitaria de Viudes-APC, convocando una jornada, “El Gorguel, a debate”, con empresarios, parlamentarios regionales, ecologistas… de la que me dijeron que consistió en una arremetida a coro de los pedigüeños despilfarradores con un ecologista acorralado -Pedro Luengo, de Ecologistas en Acción, que a quién se le ocurre acudir de Pepito Grillo a farsa tan mal montada, parece nuevo- y resultados redactados de antemano. El caso es que el periódico se aplicó a defender los facilones ingresos de la APC, y en eso está y estará

He dejado antes sin concluir el momentazo del escribidor Montiel cuando me rechazó mi artículo sobre la pirámide de un faraón con pies de barro, en el que relataba esa serie, tan impresionante, de violaciones de las leyes laborales y otras. Yo no le protesté porque mi acuerdo era que los artículos que me rechazara La Opinión no necesitaban serme explicados por sus causas, ya que era suficiente que se me dijera si se iba a publicar o no; pero el maleducado Montiel nunca ha cumplido con el mínimo deber de atender petición tan modesta de un colaborador de años y años (que además siempre lo ha hecho gratis); y mantuvo guardado en su cajón de munifacero opinador, de codera, manguito y visera en La Opinión, hasta que le inquirí noticias de lo mío; que fue cuando –excusatio non petita, acusatio manifesta– me juró por sus niños que no lo rechazaba porque peligrara el contrato de publicidad con Viudes, sino porque mis acusaciones eran duras y exponían al periódico y a mí a la acción judicial del interfecto. Una tontería, ya que esas acusaciones no eran sino mera información de las tropelías del amo, sin cosecha mía en absoluto. Tropelías que constaban en la sección de tribunales del periódico, claro, pero a las que el contrato de publicidad seguramente prohibía darles publicidad, pagando solo el silencio benévolo y la laudatio. Algo normal, humano, típico, periodístico, en fin, si bien poco ejemplar.

De aquel artículo rechazado diré que lo aproveché publicándolo en el digital laclavedelorca.es, desde el que pudo tener la misma, o mayor, difusión que desde La Opinión; y por supuesto nuestro héroe no dijo ni mu, y tampoco me llevó a los tribunales, envainándose el montón de señalamientos que lo describían como un peligroso elemento antisocial. Lo que sí sufrió fue mi larga amistad con Montiel, por culpa del proceso de maleamiento ideológico que ha sufrido la criatura, para lo que había sido; el final definitivo de lo nuestro vino cuando, poco después me devolvió otro artículo en el que yo señalabacon pruebas y datos, al magistrado Espinosa en sus correrías por El Chopillo (Moratalla), lo que lo puso de los nervios y hasta me insultó y todo. En cualquier caso, y dado que no son buenos los tiempos para la ética periodística, pelillos a la mar…

Cuando el Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) ha dicho finalmente que no a ese puerto, después -bastante después- de que la Evaluación de Impacto Ambiental resultara negativa y, por lo tanto, impidiera la obra, se ha elevado ese coro de lamentaciones, acusaciones y amenazas desde el amplio espectro de oportunistas murciano-cartageneros que, con sus perturbadas luces, no quisieron ver nunca las numerosas razones por las que eso que promovían no iría a ninguna parte. Teniendo que someterse una vez más, y como siempre a la fuerza, al superior, oportuno y más clarividente juicio de los ecologistas, que solemos ser los primeros en lanzar las advertencias de rigor a tan inquietante banda.

Tres respuestas de protesta, he de citar. La primera la de la CROEM, esa organización de empresas anti Estado que hace lo posible por beneficiarse del Estado en su versión cantonal-autonómica, erosionando continuamente los dineros regionales con subvenciones como premio a su adhesión inquebrantable a un poder caciquil, que se deja saquear. Con el procónsul Albarracín, hasta ahora plañidero en jefe de este elenco que asombra al país entero por sus logros y genio inversor. Ya se lo dije una vez: si están tan seguros de la rentabilidad del puerto del Gorguel y de sus inmensos beneficios para el PIB, el empleo y el lustre regional, que lo hagan ellos, que se asocien y, con la concesión correspondiente del Estado, monten un puerto de contenedores donde puedan y ¡a forrarse! Eso sí, cuando la ruina se abata sobre la obra, algo inevitable conociendo a esa gente y su historia, que actúe una cláusula de la concesión, que habrá de figurar necesariamente, para que obligue a los socios a desmontar con sus dientes y sus uñas las obras emprendidas que llevaron a la quiebra, dejando la costa libre e invicta (y que el Estado se prohíba a sí mismo acudir en su ayuda).

La segunda, la de Alfonso Hernández, presidente de la FREMM, de industrias del Metal, me ha recordado los buenos tiempos en que empresarios, políticos y periódicos, ebrios de euforia, lanzaban a la afición empleos por miles y niveles de vida por las estrellas si se cumplían sus proyectos (siempre falaces o envenenados). Me ha recordado a los 24.000 empleos de la central nuclear y los tropecientos mil de Marina de Cope, aunque los 41.000 que ofrece Hernández con El Gorguel parecen superar lo hasta ahora conocido. Y esto otro de que El Gorguel nos permitiría salir de ese 80 por 100 de renta per cápita respecto de la media nacional describe claramente los conocimientos del personaje, que debe creer en mitos como ese, el de que las grandes inversiones mejoran el nivel medio de renta o que el crecimiento y la tecnología generan empleo: falacias de manuales de economía de feria, indemostrables porque excluyen de un objetivo socioeconómico elementos indispensables que no son socioeconómicos. Todavía no se ha enterado que, acogiendo en la región uno de los polígonos petroquímicos más importantes de España, no nos hemos movido de los mismos puestos de cola de los años 1940, cuando el régimen franquista nos distinguió con tan descomunal, y sobre todo prometedor, obsequio. (¿Qué habrá estudiado Alfonso Hernández?)

Enternecedora me ha resultado la tercera cita que me ha interesado, la protesta de la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, con un lastimero “¿Quién es el MITECO para decidir sobre proyectos de futuro para Cartagena?”, porque no sabe lo que debería saber: que el puerto de Cartagena es un puerto del Estado, no de Cartagena, y en consecuencia quien decide es el Estado y no el Ayuntamiento ni la Comunidad Autónoma (decide el Estado, tanto si se trata de una nueva dársena como si de un dique para submarinos, y el Ayuntamiento ha de encajarlo, aunque siempre podría enarbolar sus atribuciones municipales, que son muchas y estimables, si se considera perjudicado, lo que no es el caso acerca de un proyecto idealizado, ergo inexistente, por charlatanes de pueblo y taberna). Pero, cómodamente asentada como miembro del Consejo de la APC creyó que eso le atribuía propiedad o mando verdadero, olvidándose de que estaba ahí enchufada para chupar del bote, y poco más.

¡Mira que no haberse enterado de esto doña Noelia! Hace menos de un año sufría de la misma dislexia competencial, aunque a la inversa, es decir, desentendiéndose de algo mucho más próximo y municipal que lo de este puerto remoto, cuando ante la protesta de los vecinos de las pedanías del Oeste municipal por un demoledor proyecto minero, contestaba que ella no podía hacer nada, que era cosa de Minas (de la Comunidad Autónoma). Tan cándida y elegante. Hubo que decirle- a ella y a sus enviados- de todo menos bonicos, para que espabilaran y acabaran diciendo que “no consentirían…”, etcétera, y rechazaron la mina. ¡Hay que ver cómo es nuestra gente al mando, qué reflejos, qué ejemplo de madurez, de entrega y sabiduría, qué barbaridad!

Porque nadie debe ocultar que esta es una lucha política en el fondo, y los ecologistas también somos los primeros en saberlo, no ya por la dimensión del riesgo presupuestario para las arcas públicas sino por la colecta de escándalos con que esta bendita región oscurece al país y el Estado, por obra y gracia de una partida de políticos cada vez más ultras, antiecológicos, antisociales, ignorantes y descarados. Este humilde cronista se consideró murciano de pro cuando pidió al Estado que lanzara un 155 contra la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia por su delicuescencia ambiental y su continuada rebeldía frente a las leyes del Estado; y me gustaría seguir pidiéndolo, y que el Estado asumiera las competencias ambientales, incluyendo las urbanísticas, durante al menos diez años, obligando a los cien más peligrosos miembros de la élite pepero-voxiana murciana a obligatorios cursos de ecología, lógica y poética durante ese interregno, con evaluaciones periódicas para comprobar que avanzan adecuadamente (la lista la ofrecemos los ecologistas, claro, y en ellas incluiremos unas buenas dos o tres docenas de servidores del Estado aliados con las tramas regionales).

Por lo que permitir a este hatajo de imprudentes manirrotos que jueguen con los dineros públicos como suelen y se les ha permitido (¡Remember Escombreras, Corvera, Cartagena-Vera!) debe quedar fuera de la acción del Estado, hasta que aprendan a comportarse y entiendan lo que es la función pública y sus obligaciones prioritarias, que no deben incluir macroproyectos porque suelen ser causantes de todo lo contrario de lo que sus propagandistas, agentes interesados casi siempre, difunden. Felicitaciones al MITECO, y que los murcianos echen mano del hacha de guerra, cada día un poco más afilada, contra estos saqueadores -políticos de poder, empresarios codiciosos, periódicos seguidistas- de nuestra naturaleza y nuestra ética.

Y si el feliz conjunto de derecha y ultraderecha murcianas, ejemplo avanzado de descerebrados en el poder y de peste parda de la prometedora Europa que nos presencia, se relamía de gusto pensando en manejar, y pulirse, los (muchísimos) millones del proyecto que caerían en sus manos, que se enteren de que al fascismo hay que hacerle frente, singularmente, negándole el pan y la sal, no regalándole proyectos con los que financiar y multiplicar sus perversidades; y menos si se los inventan. No sé si me explico.

Mientras tanto, los que nos sabemos la copla y conocemos bien a los tonadilleros, quedamos a la espera de nuevas -y puede que más geniales- ocurrencias.

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